Confundir a un puerto con una ciudad y a una ciudad con
un puerto es tarea del desarrollo histórico y cultura de ese territorio;
puntualmente de tal asentamiento común, de su interdependencia. Pero, esto en
la evolución antagónica de ambos, no muchas veces da como resultado un cuerpo
unitario, ya que las velocidades de crecimiento y de demanda de un puerto, y
hoy más que en otros momentos históricos, no tienen directa relación con las
demandas y ofertas de la ciudad que lo acompaña.
Por ello, es necesario que ambas se complementen
coordinando políticas comunes en torno a un plano de equivalencias de
crecimiento y voluntad común sobre el territorio. Ejemplo de esto, es el caso
del turismo en las ciudades portuarias. Que principalmente forza el desarrollo
de un turismo especializado que ve en la ciudad su valor arquitectónico
urbanístico y reconoce en ella un patrimonio cultural y un patrimonio
industrial digno de ser visitado. ¿Por qué esto es tan potente en las ciudades
portuarias más que en las de interior? Al parecer, porque en éstas aquello que
llega desde el mar ha tenido una forma peculiar de asentarse en la tierra.
Aquello que se señala acerca del origen puntual de la
ciudad portuaria, implica también la connotación de que esta puntualidad pueda
ser centrada o descentrada, conformándose en su peculiaridad. El patrimonio y
el paisaje portuario por un lado y las edificaciones e infraestructura urbana por
el otro son un testimonio fundamental para interpretar la historia, la
economía, la idiosincrasia de una ciudad y una sociedad.
En este sentido un aspecto fundamental para considerar, y
que propicia el tratamiento adecuado de los espacios interfaz ciudad-puerto, es
comprender la complejidad y variedad de los condicionantes que tienen estos
territorios para su transformación que resultan ser limitados y están
delimitados; presentan fuertes restricciones; están marcados por la topografía
de los lugares; tienen memoria y calidad patrimonial y arquitectónica y reúnen dos
elementos emblemáticos: la tierra y el agua.
Una tendencia contemporánea es que en general las
Ciudades han modificado la estructura profunda de su perfil social, provocando
en correspondencia un proceso de ocupación del suelo a un ritmo discontinuo, generando
transformaciones urbanas a través del uso de planes parciales, muchas veces al
margen de todo plan general, impactando en su ordenación tradicional y en la sustentabilidad
de las infraestructuras y la calidad ambiental.
Se hace referencia en sí a un ciclo, en donde el
territorio no tiene otra estrategia que la de adaptarse a las pautas de los
procesos económicos y/o a las condiciones de la dinámica ciudadana. La cual, de
este modo, se moviliza hacia y por las ciudades, en muchos casos, más por la necesidad
antes que por una propuesta organizada de vida urbana, circunstancia que
provoca directos efectos sobre el territorio al dar lugar a un crecimiento con
permanentes desequilibrios.
Con diferencias, mundialmente conocidas, esta etapa
parece encaminarse hacia la toma de conciencia y la necesidad de generar
cambios en el rumbo de las políticas urbanas con el fin de promover un nuevo
modelo de organización física que acompañe de otro modo las complejas
condiciones de tipo social y económica.
Bajo estas condiciones, las ciudades puerto, necesitan
asumir y responder a esta suma de exigencias, lo cual constituye transformarse
en una nueva e importante centralidad urbana; transformando su perfil
tradicional y brindando una renovada expectativa, tanto para la radicación de
nuevos usos y usuarios, como para retener los ya existentes.
Por esta circunstancia, el desarrollo de esta nueva
realidad urbana obliga a las Administraciones a disponer de una vocación
claramente proactiva en relación con los proyectos de este tipo y asumirlo, que
es con la ayuda del planeamiento estratégico, como un instrumento fundamental
de participación, de concertación y de proyección, que la ciudad y el puerto puedan
constituir un programa común y de calidad.
En ese sentido y como consecuencia de adoptar un camino de
políticas estratégicas, las ciudades y los puertos, podrán planificar la
calidad y el tipo futuro de cambio y/o expansión territorial, si logran generar
un proyecto más adecuado para la percepción y los hábitos de la población y
fundamentalmente para afirmar sus nuevas potencialidades, lo cual ha de poder
mejorar la oferta de competitividad a nivel local, nacional e internacional con
base a una serie de nuevos paradigmas:
Ciudad + Puerto = Territorio + Transformación + Nuevos paradigmas
Transformación = Cambios en la ocupación + Valor agregado
en los programas de usos
Nuevos Paradigmas = Innovación + Conocimiento +
Creatividad
Así la formación de un plan estratégico le habrá de
permitir a las ciudades portuarias planificar su futuro con las previsiones de satisfacer,
de forma eficiente, las necesidades globales creando las condiciones para
operaciones especiales que marquen un sello propio y de calidad.
Estos proyectos deben contribuir a formar parte del imaginario
y el deseo de los habitantes usuarios y desarrolladores, por disponer de un
grado importante de especialización en los servicios, la producción, la
residencia, el turismo y la recreación. Logrando de ese modo la base principal
de su reconocimiento, al constituirse en un nuevo centro de la metrópolis al
cual pertenecer, y por lo tanto, transformarse en la sede de acontecimientos de
intensidad media – alta. Con propuestas de uso influidas por el lugar geográfico
y por su capacidad de inserción en las redes de exportación e importación de
personas, mercancías e información.
La idea que hoy se nos presenta para por fin insertar el
Puerto de Santa Marta a la ciudad misma es un gigantesco paso en caminado a la
transformación no solo urbana sino social. Este último tópico la más ambiciosa.
(Descargar Presentación Proyecto:
http://1drv.ms/1D21RYy)
Los samarios hemos estado históricamente inmersos en una
penumbra de escepticismo e incredulidad que nos ha negado poder ver el futuro
de Santa Marta con confianza.
Las ausencias de un sueño y de un líder que nos ponga a
mirar una meta de desarrollo creíble y la suma de tantas obras inconclusas han
dejado cicatrices que bien podemos empezar a sanar.
Como todo proyecto existen aspectos que resultan
necesarios revisar de cara al plan de expansión parcial que se propone;
especialmente en lo atinente a aspectos como la movilidad, que se atiene
específicamente a lo proyectado en el Sistema Estratégico de Transporte
Público.
Sistema que ha excluido otros factores que determinan la
movilidad como el peatón, los motociclistas, los carros particulares, las
concentraciones y elementos de atracción y que se ha circunscrito
exclusivamente a la caracterización del transporte público, que además presenta
evidentes fallas en las encuestas utilizadas, resulta una debilidad a la hora
de definir necesidades y adoptar decisiones para el sector que impactan al
resto de la ciudad.
Pero en términos generales, podría decirse que en la
balanza de beneficios los puede tener todos. Ejemplos, la recuperación
urbanística de los lugares más deprimidos; la descontaminación de la bahía de
Santa Marta, una de las más contaminadas del continente; la solución de las
problemáticas del alcantarillado sanitario, especialmente en sectores como
pescaíto y 20 barrios más circunvecinos; la construcción del alcantarillado
pluvial que desahoga el centro de la ciudad y por ende la otra mitad de la misma
habida cuenta que estas aguas se han vertido, por la vía pública, al mar; el
mejoramiento del emisario submarino con la construcción de las piscinas de
oxidación para que las aguas servidas no se sigan vertiendo tal cual se recogen
al fondo marino y la evidente transformación urbanística de nuestra principal
cara como es la bahía son algunas de las obras que nos propone este Plan
Parcial.
En suma, por ser este proyecto tan ambicioso su principal
obstáculo será el que el común de los samarios crea en él. Credibilidad que le
da el hecho que su financiación está cien por ciento garantizada y depende, en
su totalidad, de la inversión privada. Bolsillo al que le duele el peso y está demostrado
sí concluye obras.
Estamos frente al primer gran paso que en la era moderna
debe asumir nuestra ciudad:
transformarse en función de un sueño.
El reto y la discusión ahora es creer.
PRESENTACIÓN PARCIAL DEL PROYECTO
ALEJANDRO ARIAS
MIEMBRO DE LA FUNDACIÓN PARA LA
PRENSA LIBRE
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