Se ha preguntado usted, ¿cuán cerca o lejos
está Santa Marta de un episodio de terremoto?.
Quisiera decirle que no hay razones para
preocuparnos pero decirlo sería mentir.
Del reciente estudio desarrollado por el
doctor Jaime Suarez fechado 4 de marzo de 2010, publicado en erosion.com.co, titulado Amenaza sísmica en la Costa Caribe
Colombiana se concluye que en Santa Marta deberíamos estar verdaderamente
preocupados en acoger el consejo del presidente Santos y “tomar ejemplo de los
Japoneses en la preparación para este tipo de desastres”.
De acuerdo con el doctor Jaime Suarez existen
serias evidencias geológicas que deben llamar nuestra atención de cara a una
situación sísmica de grandes proporciones.
De hecho nuestra historia registra un
terremoto que casi desapareció a Santa Marta.
Los registros informan que en 1834
Santa Marta sufrió su último terremoto.
Terremoto que dejo a la ciudad en aspecto ruinoso durante varias décadas. Al año
siguiente del terremoto, una descripción presenta a Santa Marta como una “ciudad
de aspecto miserable”, en la que no había hoteles, residían solo siete
extranjeros y las únicas edificaciones de cierto valor eran las residencias de
los comerciantes Joaquín de Mier y Juan Fairbank. La Población de Santa Marta
disminuyo de 6.500 habitantes en 1834 a 4.400 en 1840.
Hoy los movimientos de
las placas tectónicas pueden estar generando un aumento muy alto de esfuerzos
en la zona de Santa Marta. A la fecha han transcurrido poco más de 176 años
desde el terremoto que destruyó a Santa Marta; no obstante, la situación es
relativamente similar a la de Puerto Príncipe en Haití.
¿Cuál es la explicación
científica para que debamos preocuparnos y exijamos medidas que conduzcan a estar preparados
para este tipo de eventos?.
De acuerdo con el estudio publicado el norte
de Colombia está afectado por el movimiento de las placas Caribe, de Panamá y
Nazca.
El resultado es una compresión tectónica en
la mayoría de los departamentos de la Costa Colombiana. El esfuerzo de compresión es la
resultante de las tensiones o presiones que existe dentro de un sólido
deformable o medio continuo, caracterizada porque tiende a una reducción de
volumen o un acortamiento en determinada dirección.
De las evidencias se concluye que la
sismicidad muestra un gap o silencio al sur de la placa Caribe.
Se les llama gaps a las zonas donde se
observa actividad sísmica anómalamente menor a la de las zonas que la rodean,
es decir son zonas de silencio sísmico.
El silencio sísmico que más preocupa,
paradójicamente, a las autoridades venezolanas es el presentado en la falla de
Oca en el sector de Santa Marta (Colombia).
La Fundación Venezolana de Investigaciones Sismológicas (Funvisis), a
través del doctor Frank Audemard, ha previsto la ocurrencia futura de un sismo
de gran magnitud en la zona de Santa Marta.
Ha precisado el doctor Audemard que “usando el mismo criterio del gap
sísmico, hemos identificado tres posibles segmentos que podrían romper en el
futuro, de oeste a este: La falla de Oca en territorio colombiano, la falla
Ancón al Este de la bahía El Tablazo y la extremidad más occidental del Sistema
de fallas de la Victoria. El primero de estos segmentos podría haber sido la
fuente del sismo del 26 de febrero de 1825 que afectó fuertemente a la
población costeña de Santa Marta; según breve descripción de Grases (1990)”.
En la revista Carta Petrolera, edición 118 de
febrero de 2008, al referirse a la Sierra Nevada de Santa Marta la define como
una “mole de roca cristalina que se encuentra rodeada por las llanuras del
Caribe y sus cuencas sedimentarias asociadas. Desde el espacio su forma representa
un triángulo casi perfecto, limitada por las fallas de Oca y Santa Marta -
Bucaramanga que convergen en su vértice occidental. Archivos históricos del
siglo XIX así como registros sismológicos recientes atestiguan que esta montaña
se sigue moviendo”.
Según el Atlas de
Amenaza Sísmica de Colombia, la Falla de Oca define la margen norte de la
Sierra Nevada de Santa Marta. Esta Falla, que está activa y tiene una longitud
de 137 kilómetros, interrumpe la serranía de Perijá y separa la llanura costera
de la Guajira del Valle de Guanábana y la cuenca de Maracaibo. Los movimientos
que genera son del tipo dextral. El movimiento es dextral (derecha) si el
bloque en el otro lado de la falla se mueve hacia la derecha, o si ambos lados
de la falla se mueve el lado derecho hacia el observador.
De acuerdo con los
vectores de movimientos medidos GPS en Haití se ha podido establecer que estos
alcanzan los 2 centímetros por año. El desplazamiento de la placa en Haití es
muy similar al que se conoce de la Falla de Oca cerca a Santa Marta y al
desplazamiento en la Isla de San Andrés.
Lamentablemente,
de acuerdo al informe citado, la investigación de la amenaza sísmica en la
Costa ha sido muy limitada. No se ha investigado a detalle las tasas de
movimiento ni la longitud de ruptura de las fallas que la afectan.
Se reconoce que
Ingeominas ha implementado una red muy importante de GPS permanente para
determinar el movimiento de los bloques tectónicos en Colombia; sin embargo, en
la Costa hay muy pocas estaciones.
A pesar de la poca
información existente ella permite concluir que existe una amenaza sísmica que
se debe investigar. A juicio de los entendidos sería imperdonable que nos
tomara por sorpresa una catástrofe como la de Haití en condiciones de poca
preparación a diferencia de lo que sucedió hace menos de veintiséis meses en
Japón.
ALEJANDRO ARIAS
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