El papel de los aeropuertos en el desarrollo económico regional ha cobrado fuerzas en las últimas décadas. En efecto, los aeropuertos se consideran infraestructuras esenciales para facilitar la atracción de actividades intensivas en áreas urbanas densamente pobladas (industrias de alta tecnología, sedes empresariales, servicios de elevado valor añadido) y también se consideran como elementos imprescindibles para promover el turismo y la actividad económica en general en regiones alejadas de los sistemas urbanos más consolidados y que en muchos casos se caracterizan por niveles de renta relativamente bajos.
La influencia que sobre las estructuras socioeconómicas de una región ejerce la construcción de un aeropuerto es múltiple y difícil de delimitar. Como características esenciales hay que mencionar las siguientes: modificación del uso del suelo y en la estructura de precios, cambios en las relaciones de propiedad, aumento de la calidad de la vivienda en el entorno, modificación de la estructura de asentamiento como las cadenas de hoteles, restaurantes, oficinas de viajes, empresas, etc., aumento de la presión para el establecimiento de empresas comerciales y de transportes; modificación de la oferta de empleo a nivel local en lo que a cualificación profesional y salarios se refiere y cambios en las conductas sociales (progreso social), entre otros.
No obstante estas consideraciones, nuestras autoridades están empeñadas a no dejarnos avanzar so pretexto de tener la expectativa de un par de mejoras en el aeropuerto Simón Bolívar como son la ampliación de la plataforma de 19.648 m2 a 23.868 m2, pasar de una pista de 1.700 m de largo a una de 2.200 m y de un ancho de pista de 30 m a 45 m. Arreglos que, a precios de 2006, costarían US$ 26 millones. (Ver PLAN MAESTRO SIMON BOLIVAR:)
Obras éstas que no están incluidas dentro de las obligaciones del actual concesionario y el agravante que la experiencia de los últimos 10 años demostraron que ninguno de los aeropuertos entregados en concesión en otros lugares del país se remodelaron ni se modernizaron. (Ver http://bit.ly/I1D9I0)
El momento histórico que vivimos es apenas propicio. El aeropuerto regional de los cartageneros está literalmente muerto y el limbo del aeropuerto de Barranquilla proponen una oportunidad de oro para que desde el Magdalena saltemos con un aeropuerto regional que imponga la dinámica económica con los beneficios que este tipo de proyectos ofrecen.
Pero parece ser que pensar en grande nos da culillo. El nuevo aeropuerto está más cerca de lo que creemos. Es un proyecto autofinanciado por vía inmobiliaria que tendría un capital base calculado de $ 350 mil millones de pesos contra los $ 150 mil millones que costaría construir, en 6 años, la primera fase. Fase que nos dejaría con un aeropuerto con 280 hectáreas de área de ocupación; una Terminal de 11.021m2; pista de aterrizaje de 3.200 m; plataforma con capacidad de 8 posiciones en pasarela y espacio para posiciones remotas; terminal de pasajeros nacional e internacional con una superficie para vuelos nacionales de 6.373 m2 para atender 509.846 pasajeros/año; superficie para vuelos internacionales de 3.824 m2 para atender 254.923 pasajeros/año; superficie para carga nacional de 550 m2; superficie para carga internacional de 275 m2; área de mantenimiento de aeronaves en 2 posiciones en rampa; plataforma de operación de vuelos privados; servicios complementarios como zona de parqueadero y bahía de taxis.
Y ni qué hablar de la segunda fase con la que casi se duplican los espacios, permitiéndonos desde ya prever la posibilidad de expansión del aeropuerto en la medida de su demanda y crecimiento. (Ver PROPUESTA NUEVO AEROPUERTO PARA SANTA MARTA)
Bien dijo en su oportunidad el ex Alcalde Elías George González al precisar que con la actual concesión el aeropuerto Simón Bolívar a lo mucho llegará a ser un centro comercial con pista de aterrizaje. Y por más que alarguen la pista, hasta 30 kilómetros si queremos, es claro que la plataforma nunca permitirá atender más de 3 aviones al tiempo. Con este aeropuerto jamás llegaremos a tener, entre otras, zona de carga ni de expansión que nos ofrezca la posibilidad de ser competitivos frente a los retos que nos propone el TLC. Insisto, el Magdalena en el asunto del aeropuerto ¿a qué le tiene miedo?.